sábado, 2 de febrero de 2008

La gran evasión

Os acordaís de la gran evasión? Una de las fugas más famosas de la historia, hasta hicieron una película sobre ello con Steve MacQueen, Charles Bronson, James Coburn,etc.
Yo estuve allí, en el campo de refugiados de la Luftwaffe, fui uno de los que no se fugó. No uno de los que se quedaron a las puertas esperando su turno hacia la vida del fugitivo, sino alguien que por decreto ley sabía desde el principio que no iba huir.
Se excusaron diciéndome que no podíamos irnos todos, porque sería un cachondeo, y que a los que pillasen las iban a pasar como Caín; mejor que nos quedásemos unos cuantos para que los alemanes tuvieran morralla con la que desahogar su cabreo, que entre golpe y golpe podríamos ir dándoles pistas falsas haciéndoles un favor a los que se habían escapado, que todo eso era por el honor de nuestra patria, por el honor de nuestro batallón y por el honor de la madre que nos parió. ¿ Qué queréis que os diga? No me convencieron. Ya sufrí el honor de la guerra lo suficiente para el resto de mi vida,pero en un campo de refugiados tampoco tienes muchas opciones, de hecho solo tienes dos, hacerle caso a los de tu bando o servir a aquellos que te dan descargas eléctricas en los huevos.
Así que ahí estaba yo, viendo sonrisas en aquellas bocas que se imaginaban libres al cabo de un tiempo. Sin embargo no se puede decir que los que estaban en mi situación estuviéramos para muchas bromas, la perspectiva de un futuro repleto de palizas y torturas, no nos parecía muy halagüeña. Los mandamases se dieron cuenta del descontento que generaba esta situación así que decidieron dar una salida a toda la tensión existente en el campo y decidieron que lo mejor sería jugar un campeonato de rugby.Con lo que no contaban es que iba a ser el VNaciones más sangriento de la historia.
A nosotros,los que no nos fugábamos, nos vino como anillo al dedo, era la única forma que teníamos de salir de ahí, si lesionábamos a alguien, habría un puesto vacante en la fuga y aunque fuese un método ruín, era la única esperanza donde agarrarnos. Sobre todo la mía, pues las posibilidades de que un concinero entre en una fuga son nulas, echando cálculos tenía que lesionar a unos trescientos para tener opciones de huir. La verdad que parecía imposible, pero confiaba en que mis iguales no se contentaran con lesionar a uno, ya que eso no les aseguraba entrar en la fuga, mejor inutilizar unos cuantos que así todos tendríamos más papeletas.
Por fin llegó el gran día el 8 de febrero. El torneo era un V naciones improvisado, cada país contaba con los equipos necesarios para que todo el mundo jugase y mediante eliminatorias los dos mejores llegarían a la final. Los partidos se jugarían todos los días y los minero aprovecharían para cavar más tranquilos, pues la atención de los guardias se centraría en el césped. Al final salieron 33 equipos, aunque en realidad, y como luego se vería, solo existían dos, los que se fugaban y los que no.
Tras el primer día de torneo, el campo quedó sembrado de dientes, como si de la hacienda del ratoncito Pérez se tratase. El cesped estaba encharcado de sangre, restos de carne y astillas de huesos. Habíamos ganado por goleada, cerca de 20 nombres nuevos entraban en la fuga. Había sonrisas de satisfacción en los rostros de los nuevos elegidos, y vendas con hielos, en los usuarios reemplazados.
Se cambiaron las tornas. Ahora los que no nos fugábamos éramos los que estábamos radiantes, mientras que los que se iban estaban temblando. Faltaría a la verdad si dijese que fuimos discretos, era bastante evidente nuestro fin, y las quejas empearon a llegar a los mandamases, tanto que anunciaron la cancelación del torneo,pero por una vez, los nazis nos fueron útiles. Después de ver tal cúmulo de atrocidades sobre el terreno de juego, los alemanes querían más, y dijeron que el campeonato se terminaría por las buenas o por las malas.
El comandante en jefe nos llamó al orden y nos soltó un sermón sobre dignidad, compromiso, y toda la ristra de palabras vacías que llenan el ejército. Pero nosotros eramos niños con una ilusión y según entraron sus palabras por un oído, por el otro salieron. Nos dijo no sé que mierda de un consejo militar cuando saliésemos de aquí y demás cuentos, ¿ a quién coño le importaba eso? Sólo pensábamos en escapar de allí con vida, luego que hicieran con nosotros lo que les saliese de los cojones, si tenían huevos a encontrarnos.
El siguiente día del torneo, fue más sangriento si cabe que el anterior. Aquello fue un todo contra todos, los que se iban atizaban para que no les lesionáse, los que no tenían plaza solo tenían una palabra en la cabeza: CRACK,era lo único que querían escuchar en su vida. Muchos dijeron sentirse indispuestos para jugar,pero ahí estaban nuestros queridos nazis, para obligárles a jugar a punta de pistola.
Mi perspectiva de fuga aumentaba día a día, todo cristo estaba en la enfermería, el tunel debía andar cerca de Sebastopol, porque los nazis no hacían ni controles, se limitaban a tumbarse en la garita con una cerveza viendo el espectáculo dantesco que les brindábamos.
Al final pasó lo que tenía que pasar, los jefazos aprovecharon la final para fugarse, mientras que la soldadesca nos partiamos los huesos unos a otros. Aunque después de este campeonato, las torturas nazis no fueron para tanto.

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