miércoles, 30 de enero de 2008

Sueño


No sé como he llegado aquí, simplemente aparecí en una bar con todas las mujeres que alguna vez conocí, aunque con algunas jamás crucé una palabra, y a otras no les dediqué un minuto de mis pensamiento. Parece que da igual, pues están todas, no ha faltado ninguna a la cita. Todas me observan con cara de asco, mientras que yo las miro con escepticismo.
¿ Por qué cojones vería ayer Fellini 8 1/2?
De repente me asaltan unas ganas terribles de aprovechar la ocasión, no todos los días uno se despierta en medio de un harén, así que voy a hacer caso a mis instintos y propongo hacer una orgía. La única respuesta que obtengo es el silencio. Desolado entro en la barra, y me sirvo una copa. Maldita sea, ni siquiera en los sueños se cumplen mis deseos. Aún así, no cejo en mi empeño, nunca me he visto en una igual, y no tiraré la oportunidad de cumplir la fantasía masculina por excelencia. Primero me acerco a las que están más buenas, pero su respuesta se limita a un canteo de cara. Luego voy a por aquellas con las que alguna vez estuve, aunque por su expresión no se puede decir que fueran unas clientas satisfechas. Igual me contestan aquellas con las que siempre me lleve bien, y nunca me lié con ellas. Esto cada vez va a peor, el silencio solo me deja oír los pensamientos de mi cabeza. Empiezo a asustarme de verdad, pues si no es para hacer una orgía, ni para, a modo de pesadilla, escuchar sus cacareos hasta el final de mis días, no tiene sentido que esté aquí.
Vuelvo a la barra y agarro la botella, deambulo por la sala sin obtener más respuesta que silencio. Las increpo, pero aún así no responden. Estrello la botella contra la pared aunque ninguna se inmuta. Me empiezo a agobiar. Me disculpo si hice algo que les molesto, jamás fui un caballero en la plenitud de la palabra pero tampoco parece que eso les haga cambiar de actitud.
Solo veo ojos clavándose en mí, sin ninguna explicación. Me acerco una a una para ver si alguna tiene la clave que permita salir de está pesadilla pero parece que esto no va a tener fin.
Agarro dos botellas, una para la mujer que más quise, y otra para la que más odié. Se las lanzo, pero las detienen como si hubiesen trabajado en un circo toda su vida. Desolado agarro otra botella, cojo el dinero del bote y saco tabaco. Me siento en la única mesa que queda libre y comienzo a privar. Cuando llevo tres cuartos de botella de whisky en mi cuerpo, comienzo a cantar, ya que soy el centro de atención supongo que tendré que dar espectáculo. Ni aplausos ni abucheos, solo frío.
Con dos botellas más soy un cóctel que anda, y pido un beso, solo un beso, es lo mínimo que me podrían dar si me voy a tirar toda la eternidad rodeado de mujeres, que ni puedo tocar, ni van a contestar a mis preguntas. De repente una se levanta, el típico pibón que todo el mundo tiene en su clase, una auténtica delicia solo para el paladar de los triunfadores. Recuerdo como babeaban mis compañeros, cuando ella pasaba, aunque a decir verdad a mí nunca me gustó, siempre me recordó a Jack Skellington, el personaje de "pesadilla antes de navidad". Creo que la máxima relación que tuve con ella fue ponerle cara de asco cuando pasaba a mi lado, tal y como están haciendo todas ellas conmigo. Se acerca a mí, vestida de negro, moviendo las caderas como un reloj de péndulo. Jamás la vi tan atractiva. Se sienta conmigo en la mesa, me mira, y me da el beso más frío que jamás recibí.
Por fin me despierto, tengo los labios helados y la sensación de que me ha besado la muerte

1 comentario:

Rafiki dijo...

joder, q rabia de sueño, aun asi te despachaste bien con las bebidas no? lastima q no acabaran todas cumpliendo tus deseos, he tenido sueños similares y al final nunca te sales con la tuya...